POLLO ASADO, FÁCIL Y ADEMÁS MUY RICO. HISTORIETA: SAN VALENTÍN A LA VASCA
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- 1 pollo de corral
- 2 cebollas
- 2 pimientos rojos
- 12 ciruelas pasas
- 1 naranja, tomillo, romero y ajo
- brandy, aceite,, agua y sal
Esta historieta de San Valentín a la vasca, la escribí cuando estrenaba bitácora, hace nada menos que siete años . Y cuatro años más tarde y como siempre por estas fechas, vuelvo a sentir, y mucho, que ni San Valentín ni Cupido sean de Bilbao. Y esto, más que nada, porque si de allí fuesen oriundos podríamos celebrar esta fiesta como, donde y cuando a cada uno de nosotros nos diese la real gana.
Como receta ideal para celebrar San Valentín a la vasca, nada de foies con manzanas caramelizadas a la luz de la luna creciente, ni de ostras ahumadas a la viruta de sequoya australiana en extinción. Nada más apropiado para esta versión de cena amorosa y antisistema, que un simple y cotidiano, ¡pero delicioso!, pollo asado.
HISTORIETA DESPUÉS DE LA RECETA
Pollo asado fácil, rico y jugoso
Fue mi abuela la que me inculcó que el pollo y el cerdo tenían siempre que ir bien «disfrazados». De lo contrario, el cerdo sabría a vivo y el pollo a pluma. Es por ello que a esos que dicen que sólo con un pollo, limón y sal, hacen una receta de fiesta, yo enseguida les «veo la pluma»
1. Limpiamos bien el pollo de corral, le retiramos todas las partes grasas que tenga y lo untamos por dentro y por fuera con un majado de ajo, sal y tomillo
2. Disponemos el pollo en una fuente de horno y lo rodeamos de las cebollas y pimientos cortados en trozos grandes y de las ciruelas
3. Añadimos sobre el pollo el zumo de naranja, el brandy, la sal, el tomillo y el romero. Introducimos las cáscaras de la naranja dentro del pollo.
4. Vertemos un poco de aceite sólo sobre las verduras que rodean al ave
5. Introducimos en horno caliente a 190º durante una hora. Si vemos que se tuesta mucho, lo cubrimos con un trozo de papel aluminio para que se haga pero sin tostarse de más.
Este es el atractivo aspecto que nuestro pollo de corral debería tener al salir del horno
NOTA:
El truco definitivo para hacer que las pechugas de pollo, de pavo, o de cualquier ave, así como una pata de cerdo, jamón, o similar esté más jugosa, es insuflarles con este aparatito de la marca Joseph Joseph , (que uso mucho y vendo en mi tienda), una mezcla de aceite o mantequilla con brandy o similar…. la jugosidad de las pechugas de cualquier bicho, o de las carnes secas, está garantizada.
Historieta: San Valentín a la Vasca
Una, que cuando quiere, es más de Bilbao que el mismisimo Bacalao a la Vizcaína, ya puesta (y no de sustancias psicotrópicas precisamente) sino puesta a celebrar, celebraría un San Valentín fuera de fecha, que ya no sería el mismo Santo, y, dicho sea de paso, también sería algo menos hortera.
Y siguiendo este aplastante razonamiento lógico, (en la línea de todos los míos), podría ponerme a escribir un post sobre San Valentín, que no fuese ni tan Valentín ni tan cursilín. Y ya puestos a proceder, procedo.
Es más, y ya que estamos ,¿quién no se ha reído alguna vez, ¡y mucho!, de esos pámpanos que con sonrisa de oreja a oreja, levitan por la calle en esta fecha con esos ramos de rosas rojas completadas y rematadas por esas florecillas blancas menuditas y catetorras, a las que atan, matan y rematan, inmensos y tiesos lazos rojos, que parecen cinta de corona de muertos reciclada?
Y sin embargo, siempre me he preguntado que sentiría de recibir algo así.
Yo, la verdad, me lo pasaría bárbaro pensando quien podría ser el aventurado caballero, o hasta incluso caballera, (que andan los tiempos muy modernos), aunque la cosa a una ya le haya pillado mayor. Y aunque yo ya no esté en mi mejor momento para enamorar, (platónicamente hablando siempre, conste), la verdad es que ya hay que valorar si el anónimo remitente puede ser miembro, miembra o miembre
Desde luego, y en principio, tendría claro que el obvio nunca sería el «enviador».
¿Tendría su puntito esta duda, existencial donde las haya? ¿Y si luego va, y me pasa lo mismo que a Cecilia con su ramito de violetas como siempre sin tarjeta?
Pero como nunca nadie me ha regalado flores, ni enviado tarjetas anónimas en estas fechas, me voy a quedar sin saber lo que se siente:
A. Liberación por no caer en la red de consumo quizá más hortera del año.
B. Envidia cochina, profunda y nunca reconocida, porque un día al año, aunque sea en tan comercial y cateta fecha, alguien te dice que te quiere, con cara de idiota y un ramo con lazo «corona de muertos style»
La cuestión es complicada, pero , ahora que lo pienso, una vez tuve una aproximada sensación.
Cursaba 2º de BUP en los jesuitas de Vigo, y era una de las pocas niñas de la primera promoción de féminas que el año anterior había comenzado el bachillerato, en un colegio, histórica y mayoritariamente masculino. (Esto si que merecería un post histórico, por cierto).
Lo dicho, que comencé a recibir algunas tarjetas anónimas de vez en cuando: el correspondiente christmas en su correspondiente fecha, una tarjeta de felices vacaciones al acabar el curso, y siempre, siempre, con un único texto: “De tu admirador Rubito”.
Y yo, dada la edad, nerviosísima, pensando que era una suerte que fuese rubito mi admirador. Y no por nada, que a mi en principio y para compensar, siempre me han gustado más los morenos, sino porque en aquella época aquel color capilar facilitaba más el sistema habitual deductivo que yo siempre he utilizado en mi vida, y que no es otro que el sistema de simple eliminación.
Además, también ayudaba el que en aquella época, como aún éramos muy españoles, se conoce que también éramos más morenos y para más facilidad deductiva de la cuestión, ningún chaval de la época osaba teñirse el pelo de rubio, sin que después se le cayese el mismo al llegar a su casa.
Valoradas y bien trabajadas por las amigas del momento todas las variables posibles bajo el mencionado sistema deductivo de la eliminación, resultó que rubito y apetecible, sólo parecía haber uno, ¡y además en COU! Aquello sí que eran palabras mayores, ¡y nunca mejor dicho!. Y yo, imagino que con cara de tonta, chiflada de que un preuniversitario y encima rubito, me hiciese caso a mí.
Pasado un tiempo, hubo que rendirse a la evidencia y abandonar la optimista hipótesis de trabajo. Y pasado, de nuevo, otro tanto del mismo tiempo, resulto que mi particular Valentín era el mismo que me enviaba las postales de navidad y fin de curso. Vamos, que era un osado enano de 7º de EGB, que me miraba atontado y colorado como un tomate desde la parte de atrás del autobús del cole. Hecho el descubrimiento, no supe si cortarme las venas, o dejármelas largas. Afortunadamente me decanté por la segunda opción. Igual que con mi rubia melena
Como este blog va firmado y rubricado con nombre y foto, entenderéis que ello me impide hablar de Valentinianos temas en los que a gusto me explayaría y que más a gusto, aún, disfrutaría compartiendo aquí con vosotros
Sin ir más lejos, San Valentín y la lencería de la fecha, podría ser uno de esos temas «disfrutatorios» en todos los sentidos. Claro que también está el recurso de: “tengo una amiga a la que le regalan, o tengo otra amiga que se compra, y otra que se lo monta. Pero siempre, siempre, habrá mentes calenturientas que dudarán de si mi amiga existe, o si dicha amiga soy yo.
Y tal y como está ya el mundo, nada más lejos de mi intención que contribuir a aumentar el calentamiento global del mismo, o de causar cualquier tipo de confusión mental, aunque sea transitoria.
Así que, dicho lo dicho, yo creo que es sano y recomendable celebrar un San Valentín como la merluza, ¡a la vasca!, Un San Valentín chulo, donde y cuando uno quiera.
Pero de ser posible, queridos,
evitando siempre estas fechas,
las rosas rojas horteras,
los tangas del mismo color,
Y las tartas, ¡cómo esta!.
1 comentario
[…] Hace años, escribí sobre san Valentín así y aquí. […]