Bizcocho pâo de lò. Historieta, la vida secreta de las recetas
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Hace ya unos cuantos días que publiqué en facebook la foto de un pequeño pero importantísimo tesoro descubierto en el fondo de una caja de recetas, algunas muy curiosas, de la que hace mucho tiempo me había apropiado sin ser verdaderamente consciente de las joyas que en realidad contenía. Dicho sea de paso, pero sea dicho, la foto en cuestión y que podéis ver unas líneas más abajo, obtuvo en la red muchísimos comentarios y un record de «me gustas».
Ese tesoro escondido, no era otro que 3 cuadernos manuscritos con recetas de mi abuela Romana, de su hermana, mi tía abuela Carmen, y un tercero que escrito por una de las dos, (para adjudicar la autoría creo que necesitaría los servicios de un experto calígrafo), que reza: «Recetas de Madre». O lo que es lo mismo, recetas de mi bisabuela Emilia. ¡Ahí es nada!
Me emociona pensar que guisos, que más que familiares son ya guisos genéticos, puedan ahora seguir viviendo en mi cocina y en mí. Si es cierto, y si no lo es tampoco es que me importe mucho porque yo lo creo y eso me basta, si es verdad decía, que no morimos del todo mientras vivimos en el recuerdo de otros, las mujeres de mi familia viven ahora un poco más. Resucitarán cuando me anime, que lo haré, a elaborar aquellas recetas: las suyas. Recetas llena de química, de la química obvia y de la personal, que es con mucho, la química que más me interesa a mí.
Me emociona pensar que esas manos, de las que algo de ellas aún debería quedar en las mías, cocinaron en ocasiones especiales y hace ya mucho tiempo, platos que al no pasar al recetario familiar habitual y frecuente, quedaron dormidos en esos cuadernos.
Recetas de tiempos en los que el tiempo, aún midiéndose en la misma unidad en que hoy lo hacemos, no valía lo mismo ni se medía de igual manera. Tiempos largos, tiempos sin prisas. Tiempos de pucheros y de cocinas y hornos de leña. Tiempos sin los catalizadores que ahora tenemos. Hasta me cuesta evocar, (y mal que me pese, porque tan niña tampoco soy), el mundo sin ollas ultrarápidas, sin placas vitrocerámicas, y lo que es más difícil de imaginar aún, ¡El mundo sin hornos microondas!.
Recetas de tiempos en los que no sólo el tiempo, sino también el espacio, debían medirse distinto. Recetas escritas en tiempos pre y postguérricos, donde se aprovechaba todo y como muestra de ello, el papel, sin un sólo espacio en blanco, en el que estas recetas fueron escritas.
Recetas de tiempos en los que las cantidades se medían en unidades distintas a las que ahora usamos. Unidades que tendré que convertir con mucha mas dificultad de la que me supone traducir las cifras en euros de muchos ceros, a pesetas. Recetas de un siglo anterior, medidas, escritas, cocinadas, saboreadas y disfrutadas en onzas y libras.
Recetas que ahora tendrán que convertirse a litros y kilos, pero a litros y kilos que deberán aderezarse con la misma medida de ilusión de antes. La misma ilusión que la cocina siempre necesitó y necesitará para crear, saborear y hacer disfrutar de un buen plato con el que sorprender y obsequiar a las personas queridas que se sienten en nuestra mesa.
Me emociona pensar en las manos que tanto quise y aún recuerdo, escribiendo estas recetas a lo largo de sus largas vidas. Me emociona poder acariciar sus caligrafías tan semejantes y parecidas, sólo distinguibles por la limpieza y el orden imperante en el recetario de mi tía Carmen, y por las abreviaturas y desorden del de mi abuela Romana.
Me emociona lo que aún puedo aprender, y lo que es mucho más divertido, lo que aún puedo intuir e imaginar de la vida de mis antecesoras, sabiendo leer en la vida secreta de sus recetas. Podemos imaginar, o hasta inventar, como de variada, imaginativa, diferente y divertida, podía ser la persona que en los años 50 obsequiaba a los que llegaban a su mesa con una ensaladilla americana, o con un pollo al estilo árabe.
Me emociona aspirar y oler hoy los cuadernos de recetas donde mi abuela Romana y mi tía abuela Carmen, fueron apuntando las vidas de sus cocinas, y de alguna manera, también sus propias vidas.
Son palabras que huelen. Huelen a caja de madera, a papel antiguo, a polvos de talco, y lo que es más importante, huelen a las personas que iban conociendo, a las mesas donde iban comiendo y a las revistas, (muchas francesas), que iban atesorando. Huelen a los guisos de las zonas de España donde iban viviendo, a los de los países que iban conociendo, o simplemente soñando….
Y huelen también a aquellos primeros coleccionables de TELVA de los 60, que debían ser «el no va más» de la modernidad gastronómica y doméstica de la época en España.
Y, para acabar con tanta emoción, y ya puestos, me emociona pensar si algún día un descendiente mío será capaz de imaginar y hasta inventar a su abuela, leyendo en la vida secreta de mis recetas.
Sólo hay una cosa que me preocupa, ¡mucho!, y que para colmo de preocupación, encima me recuerda a un anuncio de compresas: ¿A que huele un blog?
¿Cómo se aspiran y que evocación podrán producir las palabras escritas en fuente arial, leídas en una pantalla de ordenador? ¿Cómo se esconde y duerme en el tiempo un recetario virtual? ¿En qué formato se conservarán mejor mis archivos de fotos y recetas? ¿Alquilo una nube? ¿Qué será dentro de 50 años un DVD?
Por mucho que intente imaginar que podrá evocar mañana todo esta modernidad que ahora disfrutamos y vivimos, no soy capaz.
Lo que si sé, es que hoy abro los manoseados cuadernos engomados y tienen olor. Toco el papel y la tinta y evoco vidas. Leo su caligrafía y puedo imaginar a mi abuela sentada en un pupitre del colegio de monjas de Cluny donde aprendió a escribir poco antes de los locos años 20.
Y lo que también sé, es que quiero que alguien de mi sangre, un día lejano, lea en la vida secreta de mis recetas, y me sueñe y me imagine como estoy ahora, sentada ante un portatil Sony Vaio.
Mientras, y por si acaso, voy a empezar a recopilar mis recetas y a escribirlas a mano. Eso sí, con bolígrafo Pilot, en vez de pluma y en carpeta de anillas en vez de cuaderno engomado….¡Qué siempre hay que darle a la vida su toque de modernidad!
BIZCOCHO DE NUBE O PÂO DE LÒ PORTUGUÉS
Con esta receta estrené hace unos días los recién encontrados recetarios joya de mi abuela y tía abuela. Ya he realizado, y lo que es peor, me he comido el bizcocho dos veces.
La primera vez resultó un bizcocho rico, pero sin nada de lo que yo recordaba de aquellos bizcochos nube que mi abuela hacía siguiendo la receta de su amiga portuguesa Ana María Munáiz.
La segunda vez, ya fue otra cosa, ajusté un poco las cantidades y sobre todo la temperatura y tiempo del horno, y tal cual conseguí ese bizcocho esponja o nube que puede comerse a pellizcos. El pâo de Ló que yo recordaba
Como no soy buena repostera, (ya os dí en su día mis razones en la historieta de este post), tengo que suponer que esta receta debe ser facilísima de hacer. Así que animaros y contarme que tal después!!
Aproximado proceder
1. Precalentamos el horno a 170º
2. Dejamos atemperar los huevos a temperatura ambiente. Separamos las claras de las yemas.
3. Con batidora de varillas, montamos las claras a punto de nieve firme con el pellizco de sal. Cuando estén casi montadas, comenzamos a añadirles el azúcar poco a poco mientras seguimos batiendo hasta obtener un merengue muy consistente. Reservamos.
4. Batimos las yemas durante 3 minutos, por supuesto también con la misma batidora. Pasado ese tiempo, ya estarán espumosas y poco a poco iremos incorporándoles las 8 cucharadas de agua hirviendo sin dejar de batir. En total debí batir las yemas durante unos 6 minutos.
5. Poco a poco, con movimientos envolventes y lentos vamos incorporando las claras en las yemas
6. Cuando están totalmente mezcladas claras y las yemas, tamizamos poco a poco la harina en la que previamente habremos mezclado el sobre de levadura para repostería.
7. Enmantequillamos bien un molde de aro y vertemos en el la mezcla.
8. Horneamos, y aquí viene el secreto del punto, a fuego medio bajo, unos 170º, durante unos 20 minutos.
9. A partir de los 15 minutos de horneado, de vez en cuando pinchamos el bizcocho, (rapidamente para que no se baje), pero para estar preparados a retirarlo en cuanto la aguja salga casi, casi, limpia.
10. Con el calor residual se terminará de hacer lo poquito que pueda faltarle y quedará tan jugoso como me quedó ese segundo bizcocho de la foto de aquí abajo. !Para comerlo a pellizcos!
Venga, animaos vosotros a hacer este bizcocho de nube, o Pâo de Lò, portugués. Si me ha salido así de bien a las segunda, seguro que más de uno lo conseguís a la primera… Y ya me contaréis!!!
Guisándome la vida, Carmen Albo. Blog sobre gastronomía y cosas mías
23 comentarios
Me encantó.Te invito a hacer un viaje en el tiempo,un viaje imaginario…Piensa,¿en que año tu abuela escribiría esta receta?.¿Que pasaba en España en esa época?.¿Aún estaba el Rey Don Alfonso 13?…¿que sucedía en Europa?…¿y en el mundo?
Que suerte encontrar esos cuadernos.Yo también guardo algunas recetas de mi abuela,y me encanta leerlas y recordarla.besinos
Que bonito descubrimiento.
Tienes mucha suerte de haberlo encontrado.
Yo también pienso que mis nietas algún día puedan descubrir cosas de su abuela a través de sus blogs, si no s pierden en la borágine de internet y también llevo mucho dándole vueltas a copiarlo todo.
Hace tiempo que me dijeron que hacen libros con los blogs, incluyendo los comentarios.
El bizcocho lo he copiado, a ver si lo hago pronto.
María Alejandra, claro que pienso en todo lo que tu me dices, e imaginarlo me parece parte importante del valor de esta evocación. Evocación, además, cruzada con lo que por ella sé de su vida y de la de su familia…Por lo que ella recordaba, que es al final lo que cuenta en la vida!!
Encarnita, la verdad es que es una suerte tener estos cuadernos. Sólo siento que no estén completos, pero para compartir unas cuantas recetas aquí si que darán…
Y para recordar a nuestras abuelas, también!!
Pues eso es lo que he empezado a pensar yo también, Chary…¿Dónde acabaremos nosotros y nuestra internet? La idea de imprimir con comentarios me parece estupenda…Si tienes más información, no te olvides de contarme…
UN beso!!
Que pasada, Carmen, y que lujo tener esos cuadernos en tus manos!!!
Aunque voy a comentar como anonimo porque no tengo cuenta de google ni ninguna de las otras opciones, me conoces y te conozco desde hace siglos (otra cosa es que te acuerdes de mi). Soy Marta, amiga de Manolo Lagoa, Susana, Paloma, y tambien de Coco, Borja, Moro, Piquico y compañia… pues eso, pandillas de hace siglos…, por eso entendere perfectamente que no sepas quien soy.
Pero no pasa nada, me chifla la cocina y me gusta tu blog, te leo siempre, de hecho espero impaciente tu receta historieta, pero me gusta navegar sin dejar rastro… Pero hoy no podia dejar de comentar.
Un beso, y por cierto, estas guapisima!!!
Hola Carmen
Imagino la tremenda emoción al encontrar esos cuadernos. Te comprendo porque mi madre tiene varias libretitas con recetas y yo mismo empecé una Moleskine donde escrito las recetas luego de hacerlas y antes de publicarlas en el blog.
Y las escribo pensando en que será un legado para quién venga detrás de mi…
Unha aperta
¿Pero cómo no me voy a acordar de ti, Marta?, mejor dicho: Martatón!!
Me acuerdo perfectamente de ti y con muchísimo cariño, además!!. Cariño, que por cierto, también quiere que te transmita mi propio.
No se si vienes este verano por aquí, pero si es así, yo creo que es obligatorio vernos, no crees?
Si te parece, escríbeme a mi mail del blog: guisandomelavida@gmail.com y te escribo en privado.
Un beso y hasta pronto!!
Pues me parece magnífica tu idea, Rubén. De hecho, dos de los cuadernos encontrados, hasta tienen un aire a Moleskine.
Imagina la emoción de quien un día, Dios quiera que muy lejano, encuentre tus múltiples moleskines, y te imagine e invente leyéndote en tus recetas….
Un beso!!
En cuanto haga menos calor lo hago porque tiene una pinta de ser tan ligero…
Yo empecé a recolectar recetas tanto de mi madre como de otros familiares en un cuaderno, y después otras más que podían gustarme y a lo mejor aún no he hecho, pero ahí están: cuatro o cinco cuadernos con prólogo y/o dibujo alusivo de mi marido de cuando aún éramos novios. Ahora intento hacer que mi niña haga lo mismo, y el padre también ha empezado a «ilustrárselo».
Carmen, pásate por mi blog que he «adaptado» una de las recetas de tu libro y he puesto una foto del mismo, pero como soy nueva en estas cosas me gustaría que si hay algo que no te gusta o te molesta me lo dijeras para quitarlo.
http://lahornillademama.blogspot.com.es/2012/07/libro-y-adaptacion-de-receta-de-carmen.html
Besos
Hola Maria José!! Y bienvenida a guisarte la vida por aquí!!
¿Cómo me va a molestar nada de lo que has hecho? Me encanta!! Y vaya trabajiño exhaustivo y paso a paso que te has pasado.
Este mundillo es para compartirlo todo, eso sí, citando la fuente tal y como tu has hecho.
Daría algo por ver una de esas recetas tuyas ilustradas…Seguro que pronto publicas una.
Un beso, y nos vemos por aquí!!
Qué bonita entrada Carmen!! Y no había tenido tiempo de leerla… Me emociona, porque ese tesoro que tú guardas en tú casa en forma de libros lo tengo yo igual heredado de mi abuela (cuando te digo que somos almas gemelas en tiempos diferentes, jeje…). Recuerdo que escribí un post al respecto («el blog de mi abuela» se titulaba) y de cómo todas aquellas tardes con mi abuela en la cocina, sus enseñanzas y su gusto por los fogones habían sido la causa directa de mi amor por la cocina… Creo que estas herencias, las que quedan impregnadas en nuestro ser, son las mejores que podemos recibir y, como tú bien dices, las que hacen que el espíritu de nuestros seres querídos permanezca presente de forma eterna…
Yo también tengo pensado rescatar algunas de sus enseñanzas…
Bikos!!
No dudes que probaré a hacerlo. Siempre me ha encantado la repostería portuguesa, que tiene ese toque «nube» del que hablas. Ya te contaré.
Hola, he descubierto este blog por medio de un amigo.
Tengo una petición sencilla.. en vez de «1 taza tamaño te», podrías darme orientativamente los «gramos» de azúcar y de harina.
Es que ni tomo té, ni tengo tazas en casa 🙂
Un saludo, y seguiré probando recetas tuyas.
Miguel
Hola Miguel, la verdad que tienes toda la razón del mundo.
Como la receta es un paso a paso del recetario de mi abuela, así estaban medidos los ingrediente…Y aún tuve suerte que hay otras en libras y onzas!!
Acabo de pesar la harina que cabe en una taza de te y son 120 gramos. Y en la misma taza, el azúcar son 180 gramos.
Espero que estas medidas más universales te ayuden a preparar este Pâo de Lo.
Atento al horno, en no pasarse está el secreto de esta receta!!
Gracias por comentar y espero verte más por aquí!!
Hola Carmen:
Te escucho a menudo en «la guía gastronomica» y esta semana encontre tiempo para navegar en tu blog que me ha gustado mucho y descubri este bizcocho que acabo de sacar del horno y que pintaza tiene… me tarda en enfriar para probarlo…
Hola Salomé!!
Hijiña, que ilusión que me escriba alguien que me dice que me escucha en la radio!!
Y si encima me dice que le gusta mi blog, ni te cuento. Pasa hasta la cocina que estás en tu casa!!
Y el truco de este bizcocho está en no pasarse con el horno, a mi no me salió jugoso hasta la segunda vez que lo hice.
Espero verte más por aquí y gracias por comentar!!
Hola Carmen, el bizcocho esta buenisimo aunque tambien me quedó seco, error de novata, pero he de decir que duro un suspiro en la mesa de la cocina, ha gustado mucho a quienes lo probaron. Gracias por la receta. saludos y Felices Fiestas
Hola! Q magnifica fotos y receta! Me encantaría hacerlo pero en México no he visto que vendan sobre de levadura. ¿Podrías por favor decirme qué cantidad es ya que acá la compro en bote? Gracias y felicidades por tu blog!
Como mucha gente, tengo mi cuaderno de recetas, dde tengo recetas de mi abuela (la mejor cocinera que he disfrutado y de la q más aprendí, sobretodo del ingrediente secreto de sus recetas que es el amor) hasta recetas q me gustan al ver la televisión (cada vez veo menos programas), sigo diariamente «ven a cenar conmigo» y una vez más, me molestó mucho q no ganara el mejor anfitrión, en éste caso, anfitriona, tú, enhorabuena por tu comportamiento y objetivo conseguido, tienes una seguidora más
Eso es exactamente lo que quería, Cecilia. Estás en tu casa, ¡pasa hasta la cocina!
[…] Y por cierto, hablando de «la vida secreta de las recetas», hace tiempo escribí una historieta sobre este tema, que si queréis ver, o mejor dicho, leer, sólo tenéis que picar AQUÍ. […]