Pastelón de carne, fácil, rico y low cost. Historieta, amigos del alma en modo low cost
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- Unos 800 g de restos de carnes.
- 100 g de bacon ahumado en tiras
- 2 cebollas o cebolletas grandes
- 1 bote de salsa de tomate, grandecito. Yo la salsa casera la reservo para otros usos, así que aquí, que no se nota tanto, uso salsa comprada. La de la marca HIDA, me parece de lo mejorcito que anda por los lineales de los supers normales.
- 1 bolsa de aceitunas sin hueso
- 1 bola de mozzarella
- 1 bolsa de puré de patatas
- Leche entera
- Aceite virgen, sal y albahaca fresca
Al hilo de la historieta de hoy de amigos del alma en modo low cost, (que prometo ampliar en un próximo post para contaros que hicimos, que descubrimos, que nos comimos y que bien nos lo pasamos, con este nuevo formato de «bajo coste»), tiene todo el sentido que hoy os traiga una receta de aprovechamiento total. Receta de ahorro y de cocina también low cost.
Este plato de pastelón de restos es un clásico de mi casa, de mi casa de mi abuela, digo. Una casa donde nunca, nunca, se tiraba nada de comer y donde a la cocina, además de salero, siempre se le echó mucha imaginación.
A la receta de mi abuela para convertir en pastelón las sobras de algún exceso, o todas las que poco a poco y de guisos distintos, iban acumulándose en el congelador, yo he añadido un cierto toque italiano.
Esta vez lo hice con casi un pollo entero de esos que se compran ya asados y que te sacan de apuros cuando te montan un domingo por la mañana una comida en tu casa. Lo normal para mi es hacer este pastelón sacando del congelador la «bolsa de restos», donde he ido guardando todos esos finales de pechugas, filetes, carnes asada, rollos, ragús y demás familia, que después de dos días dando vueltas por la nevera, una ya adivina que nadie se va a comer. Así que antes de que se estropeen, al congelador, y cuando la bolsa está llena, pastelón, lasaña, croquetas….Y a disfrutar dos veces, comiendo rico y ahorrando!!
Evidentemente, también puede realizarse este plato comprando carne picada.
Bueno, ya veréis qué fácil y qué rico es.
PASTELÓN DE CARNE, FÁCIL, RICO Y LOWCOST
Aproximado proceder
Picamos y cortamos las cebollas o cebolletas y las sofreímos en un fondito de aceite
Cuando tomen bastante color y está blandita, añadimos el bacon en tiras y dejamos que se haga con la cebolla
Cuando estén en su punto, añadimos los restos de carne picados a cuchillo. Si utilizáis picadora, hacedlo con cuidado porque podemos convertir los restos de carne en pasta.
Si tuviéramos algún resto de salsa de carnes lo añadimos también. (Yo aquí añadí la del pollo) Dejamos que se rehogue bien la carne para que se dore y añadimos las aceitunas picadas. Revolvemos para que se mezclen.
Cuando la carne está bien doradita, blanda y jugosa, añadimos la salsa de tomate.
Dejamos hacer unos 5 minutos para que se mezclen los sabores y al final añadimos la albahaca fresca picada.
Revolvemos bien y retiramos del fuego.
Colocamos la mezcla en una fuente de horno y distribuímos sobre el sofrito. las lonchas de mozarella, colocando sobre cada una una hoja de albahaca.
Hacemos un puré de patatas de sobre tuneado, es decir, siguiendo las cantidades que indique el fabricante, pero lo hacemos sólo con leche, (el agua para las ranas), sal y aceite de oliva virgen. Como veis por la foto, yo lo hago hasta en el micro.
Cubrimos el sofrito de carne con el puré recién hecho y lo espolvoreamos con queso Parmesano
Lo gratinamos en el horno hasta que se caliente y coja color dorado, y listo para servir
Ni que decir tiene, que en el extraño supuesto de que no os guste el toque italiano que yo le di a esta receta, la versión más castiza y tradicional de mi abuela, se conseguiría cambiando el queso mozzarella por otro de vuestro gusto y sustituyendo la albahaca por tomillo, o simple pimienta negra.
En cualquiera de los dos supuestos este pastelón está riquísimo, es fácil y será un día que comeréis, casi gratis, por muy poquito esfuerzo.
Y como digo siempre…¡Ya me contaréis!…
HISTORIETA: AMIGOS DEL ALMA EN MODO LOW COST
Todos los años por estas fechas, emprendo un viaje que es una sana costumbre. Sana, por lo reparadora que resulta para mi espíritu, y sana, también, por lo que me airea, “desenmoha”, desempolva y almidona el alma. Vamos, que me la deja impecable y a estas alturas de la vida, lo de restaurar el alma, es más que de agradecer.
Todos los años por estas fechas, preparo, inicio, disfruto, (y sigo relamiéndome cuando una vez pasado, rememoro), mi viaje anual con mis amigas del alma. Siempre es un viaje especial y siempre es un viaje iniciático. Iniciático aunque se haya iniciado ya hace años y aunque se repita, (más que los boquerones), también cada año.
Sin que me atreva siquiera a quejarme, porque viendo como están otras personas cercanas, (lo único que cabe pensar es que primero, hay que dar gracias al Dios de cada uno, y segundo, hay que dar para ayudar), esta famosa, nefasta y tan manida crisis, también ha afectado en mucho a nuestro presupuesto para ese reparador, rejuvenecedor y reiniciático viaje anual de amigas del alma.
En 2011 con la alegría personal, (y económica), de siempre, realizamos nuestra última escapada precrisis. Fue a Nápoles y alrededores y todavía nos reímos recordando las mil anécdotas de aquel viaje. Hay que reconocer que Italia, (y sobre todo sus habitantes), ayudan mucho a conseguir que un viaje, sobre todo de féminas, resulte, por así decirlo….¡memorable!.
En 2012 y 3013, como no podíamos dejar de vernos, lo hicimos «a cachos», utilizando los puntos atesorados durante las vacas gordas con la linea aérea de turno. Ya se sabe que al vivir en casa de alguien se gasta muchísimo menos y si no es muchísimo menos, la intención es que así sea, y como la intención es la que cuenta…
En este 2014 y gracias, todo hay que decirlo, a Ryanair y su irresistible precio de 40€ Santiago-Málaga,(ida y vuelta), fuimos a casa de la amiga que vive en Marbella. De la experiencia con la citada compañía aérea, que os voy a contar que no se haya dicho ya… Ahora, una sugerencia que sí les haría, es que cambiasen el discurso grabado sobre la seguridad en vuelo que colocan cuando toca hablar en español. Eso de: “en el improbable caso de que aterrizemos en el mar”, aparte de hacerme reír estando aún en tierra, me pareció de lo menos motivante para afrontar un despegue en un trayecto de 1.000 km que me había costado 20€ y donde el precio empezó a contar, y mucho, como indicador manifiesto de la percepción de la calidad del servicio… Pero bueno, dejemos esto, que me meto en el jardín del marketing y no es el caso.
Quizá, como decía, porque los tiempos han cambiado y consecuentemente, nos han cambiado, al reencontrarnos, nos olvidamos por unos días de los problemas personales y laborales que “entretodasjuntamos”, y afrontamos y bautizamos esta reunión con el apellido de lowcost. Como aún estamos entrenando y estrenándonos en esta nueva disciplina, tampoco llegamos a los costes más «low», pero emprendimos con la ilusión de siempre y con más ganas que nunca, nuestro “2014 lowcost tour”, que dicho así, a la inglesa, suena hasta a gira de cantantes de moda.
Lo que sucede cada vez que nos reencontramos, ya lo sabemos. Nos emocionamos, nos reímos, nos divertimos y nos recordamos unas a otras las anécdotas que, personalizadas y tuneadas por la memoria y conveniencia de cada una, a veces, llegan a resultar hasta irreconocibles.
Cada una de nosotras, conoce los secretos del corazón de las demás. Cada una de nosotras, confía ciegamente en las otras, y juntas, confiamos ciega y plenamente en nosotras, depositarias y fideicomisas de sueños, de esperanzas, de frustraciones y de pecados, que veniales o mortales, por encima de todo, son compartidos ¡y son nuestros!.
No creo que haya mayor ni mejor prueba para la amistad que la confianza, pero la confianza buena, la confianza ciega, esa, que cuando nos vamos haciendo mayores, por prudencia y por experiencia, desgraciadamente comenzamos a negar y olvidar.
Creo firmemente que los secretos necesitan ser compartidos. Para que no ahoguen si son tristes o para que multipliquen la alegría si son felices. Además, los secretos necesitan compartirse con personas que nos quieran, para que nos ayuden, pero no nos juzguen, y para que si nos tuviesen que juzgar, lo hagan con más benevolencia.
Bendita suerte la de poder poner con toda tranquilidad y a estas alturas de la vida, el alma en manos amigas.
Bendita suerte la de sentir confianza para poder compartir, vida, secretos, penas, alegrías, problemas, sueños, frustraciones y esperanzas, con las amigas de siempre.
Bendita suerte la de tener unas amigas con las que, cada vez que nos reunimos, lo primero que hacemos es abrir una botella de vino y brindar, como hace 30 años: «¡por la cándida adolescencia!».
Por la nuestra, ¡por nuestra cándida y eterna adolescencia!
Igual porque nunca quise crecer, me quedé tan bajita…
NOTA:
Dedico este post a mis amigos del alma.
A todos. No necesito nombraros porque vosotros sabéis perfectamente quienes sois.
Sois los depositarios de mis secretos, los que tenéis mi vida en vuestras manos. Sois esas personas imperturbables e inamovibles, a los que ningún cataclismo en este mundo podrá alejar ya de mi.
Y si fuese cierto eso de que sólo de los peores momentos salen los mejores amigos, yo, por no variar, y sabiendo que no os extrañará, voy a contradecir este principio. A muchos de vosotros os llevo calcetados al alma desde ese tiempo, ya lejano, en que todo en nuestras vidas era tierna irresponsabilidad e ignorante alegría.
A veces, se nos pasa la vida y se nos olvida dar las gracias a quien más deberíamos darlas.
Hoy os las doy a vosotros, a mis amigos del corazón, a mis amigos del alma.
¡Queden dadas!
Guisándome la vida, Carmen Albo. Blog sobre gastronomía y cosas mías
9 comentarios
que pinta tan estupenda… la probaré.
un besazo
Gracias Feli, Te va a gustar….Y comienza a atesorar restillos en el congelador. Ya verás que cosa más ricas salen de ahí…
Muy bonita tu «historieta» Carmen. Eres afortunada!!! La receta estupenda, como siempre. Bicos.
Gracias Sandra!! Y gracias por comentar aquí, donde tu comentario quedará hilvanado a este post tan especial para mi…
Sí, la verdad que soy muy afortunada…
¡Cómo echaba de menos estas historietas rubia! Sobre todo cuando compartes sentimientos tan bonitos con en la de hoy. La amistad es una segunda familia, y a veces mucho más familia que la propia. A los amigos del alma los eliges, y la familia viene heredada.
Yo comparto contigo esa sana costumbre con mis dos amigas del alma. Procuramos viajar juntas al menos una vez al año. Y es en esos días cuando volvemos a la época de instituto y se nos olvidan todas las penas que cada una llevemos en nuestras mochilas respectivas.
Es esta una sana costumbre que recomiendo a todo aquel que tenga amigos del alma.
Bikos!!
P.D.: Espero que #ComandoVigo llegue a ser algo así…
Yo también espero, Marta, que nuestro blogeril #comandoVigo, llegue a ser algo especial e importante en nuestras vidas. De momento, todo hay qye decirlo, parece que va por muy buen camino..
Gracias por comentar, especialmente en este post.
Con esa maña que te das abrazando con un buen plato de por medio … Besos y abrazos de este alma 😉
Recuerdo cuánto me gustó esta historieta cuando la leí por primera vez. Cómo me alegra haberla reencontrado en el nuevo blog. Gracias, Carmen, por escribir y describir ese sentimiento de amistad como como lo hubiera hecho yo….si supiera 😉
Gracias, María Rosa!! Como me gusta a mi que me cuentes que te alegras de haber reencontrado esta historieta mía.
Lo importante no es saber contar, es saber sentir. Y eso, se ve que lo haces estupendamente…
Gracias por comentar en mi nuevo blog.