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UN AÑO PARA OLVIDAR Y PARA RECORDAR
Historietas

UN AÑO PARA OLVIDAR Y PARA RECORDAR

23/01/2022

I PARTE: ENERO – JUNIO 2021 

Todos los primeros días de cada año me da por hacer repasos. Debe ser el  momento,y  debe ser humano, porque a casi todos los de esta condición nos da por hacerlo. Y  como siempre, y en mi caso con retraso, me puse a ello.

El año prometía, prometía que no podía ser peor que su cronológico e inmediato predecesor. Y el año se equivocaba.  Mejor dicho, la que se equivocaba y  para no variar, era yo.  Y me salió un año complicado, y completo, y repleto. Ha sido el peor año de mi vida y también, paradójicamente, ha sido el menos malo.

Tras los sinsabores y penas del 2020  me propuse aprovechar más la vida y exprimirla como  nunca, consciente de que ya juego, casi,  en tiempo de descuento. Me propuse (aun siendo de letras puras) sumar todas las pequeñas cosas buenas que a cuentagotas me  regalase cada día la vida. Y también me propuse restar las malas.  Y ser feliz. Y serlo especialmente. Y lo hice con todas mis fuerzas. Y aunque no sirviese de mucho, le puse voluntad. Bastante. Y de la mía.

El año, por primera vez en mi vida, empezó sin la persona que más quiero. Confinada como tantos otros hijos de tantas otras madres,  en un país que cada vez se me hacía más lejano.  Y pequé, como siempre, de optimista, pensando  que lo peor ya había pasado.  Y me equivoqué, cosa rara,  una vez más.

Y confié, no sé si en los hados o en qué. Y aproveché que Feijoó  en enero cerró para mí los bares, y me puse a dieta. Y adelgacé. Y poco a poco fui perdiendo  todo aquel acumulado que desde el primer confinamiento del año anterior, en mí, y sin ningún freno ni refreno posible,  no había cesado de crecer. Que no me diese una depresión (hay que reconocerlo) fue mérito de incumplir la normativa, tan estúpida como vigente,  que a los “singles” no nos permitía  relacionarnos (o casi). Infringidoras, creo recordar que se llamaba la salvadora terapia y el mismo nombre llevaba su correspondiente grupo de whatsapp.

Y aunque me cueste reconocerlo, y casi recordarlo, empecé yo el año pasado con ganas de volverme a enamorar. Y a la primera, sin darme cuenta y sin anestesia, casi lo consigo. Fue un «casienamoramiento» pero  de amor en  tiempos del cólera, o, lo que es lo mismo,  en tiempos de aislamiento. Y fue tan particular, como virtual y como extraño, siendo, como soy yo, acérrima  partidaria de Santo Tomás y negacionista del inminente metaverso.

Me  enamoraron las letras calcetadas por un desconocido, que en un momento especialmente frío del año y de la vida,  me arroparon  como una amorosa manta tejida especialmente para  mí. Aquella historia terminó, precisamente, el día de San Valentín,  y yo, que soy muy de obedecer las señales (sobre todo si no son de tráfico) con un poco más de cuento, os lo conté versionado y pasado un prudencial tiempo, aquí. 

En febrero, cambió de verdad y por segunda vez mi vida. Yo, que respecto a la infancia, me he sentido siempre mucho más cerca de Herodes que de cualquier simpatizante del Opus (Dei), me convertí, sin saber bien  cómo  (y como me suele pasar todo a mí )  en  progenitora de familia numerosa. Comenzó mi madre, uno de aquellos tristes días, llamándome madre  a mí.

Casi al tiempo, y en un  tiempo tan frío, como perimetrado, cerrado y gris, aparecí una madrugada en el Hospital universitario de León. Para mi hermano, tuve que convertirme en  la madre qué, aún  teniendo,  no tenía,  y para mi sobrino, diagnosticado de leucemia aguda en su último curso de carrera, en lo más parecido a un  sucedáneo de la madre maravillosa que hasta hacía tres años había tenido.

A veces, la vida, se empeña en que aprendamos más, aun cuando nosotros pensemos que ya llevamos mucho y de sobra aprendido.  A veces, la vida se empeña en que peleemos. Y si toca pelear, se pelea. Y se pelea a muerte, más que nada, porque  nos va en ello la vida.

Mi sobrino me regaló toda una lección de serenidad y valentía. Otra, de humanidad, profesionalidad y cariño, la recibí de muchos que aún eran  desconocidos para mí.

Cada día, en aquel  Hospital de León, al embucharme en  mi uniforme azul, cuando cruzaba las aislantes puertas que nos separaban de mundanales ruidos y contagios, en mí sonaba aquella canción  ochentera de La Mode: “Tú, eres mi enfermera de noche”. Y  cada día, cantándola, traspasaba el umbral del “área de tratamiento hematopoyético”, pensando que,  comiéndome la Y griega del cartel  que así rezaba, esa área se transformaba en hemato-poética y así, ya me gustaba mucho más. Ahora sé que haber aprendido a hablar en Cádiz es lo que me permite intentar hacer, de la vida, chirigotas.  Igual la genética de mi abuela gallega, también cuenta.

Aprendí de aquellos días solitarios, tristes, lluviosos, y gélidos, cómo la belleza histórica y humana de una ciudad podía atemperar el alma y convertir a León, en pleno  febrero, en la ciudad más cálida y acogedora del mundo. Miré y admiré embobada su catedral y en ella comprendí que la belleza era ajena a la tristeza y que también lo era a la alegría. Era, simplemente: belleza. Y en la Plaza del Grano, leyendo al sol cuando podía, descubrí a Landero. Landero me  recordó a Delibes y aquel soleado descubrimiento literario,  iluminó cálidamente otras esperas. 

Y gracias a que en aquel área  de aislamiento “hematopoético” no podía introducir papel ni libros, redescubrí un Twitter que, desde febrero, no deja de  sorprenderme y regalarme, personas, periodistas y pensadores fascinantes.

Y también volví a escribir En aquellas tristes noches de insomnio recurrí a mi  luminosa infancia y reviví y compartí con vosotros historietas tan inocentes y soleadas, como esta historia de infancia gaditana.

En Marzo, mientras mi madre perdía en Vigo las pocas facultades que le quedaban para mantener una vida semi digna, yo no  perdía la esperanza. Mi sobrino, mejoraba todo lo posible y entre idas y venidas a León por carreteras perimetradas y solitarias, conseguí algo inusitado en mí: aprenderme de memoria todo el último disco de C. Tangana y hacer un  acopio inverosímil de multas de la DGT. Y fue en ese mes y tras tanta tensión acumulada (que como justificación no puede ser más socorrida) me  pillé la borrachera más adolescente de mi vida. Fue toda una experiencia volver a los diecisiete años, pero  con cuarenta de retraso. Tenía que confesarlo. También entenderéis que los detalles más jugosos y vergonzosos de aquel inenarrable día, no los airee aquí. 

Con Abril llegó la vuelta definitiva a casa, con un pronóstico optimista para lo que más nos preocupaba,  y con la inevitable obligación de asumir la responsabilidad y la carga de tomar la decisión que quizá más me costó en la vida: arrancar a mi madre de su propia casa. También, animada por la bonanza de todo lo que iba sucediendo, y para compensar todo lo sucedido, decidí que era el momento de  volverme  a enamorar. Por supuesto, abandonando ya el formato virtual y volviendo a la arena. Y no a la de la playa, sino, y nunca mejor dicho, a la arena del circo.

Y vistas y reconocidas las ganas, me monté yo un auto Tinder para rubias con este post y mis condiciones para el enamoramiento que, a priori, me pareció  estupendo. Los resultados, ¡qué casualidad!, tampoco fueron los por mí esperados: un único candidato que, tras contactar conmigo con mucho entusiasmo,  se dio a la fuga y  ni la Interpol  ha conseguido encontrarlo.

Después, hasta el clima  nos fue propicio y todo y sobre todo lo importante,  fue yendo y yendo  a mejor.

En Mayo celebré el día de la madre, sin madre, sin hija y sin «espríritu santa», que con esto del lenguaje y los modos inclusivos, no sé muy bien como incluir esto  aquí, la verdad. También celebré el día de la madre escribiéndole a la persona que más me ha querido y más me va a querer en el mundo. Y el último día de ese mes, decidí hacer las paces con la única persona, también de ese mismo mundo, el mío,  con la que no me encontraba en ese estado de gracia y avenencia. Y sabiendo que él nunca me lee ni me leerá en su vida, le escribí. Al final, sin quererlo, quiso ser aquello una carta de paz y de amor. El plus en el salón, ya no lo tengo.  Lo tiene él.

De junio tengo que decir que fue el mes que me puso delgada  del todo y morena. Sólo eso, ya me pareció que me favorecía bastante.

SPOILER (en cristiano, DESTRIPAMIENTO):

Los otros  seis meses del año, ya os digo yo que dieron para mucha más diversión y alegría. Como tengo bastante cuento, me propusieron intentar escribir un ídem, en versión novelera, o novelesca. Para ello, que no para otros menesteres, metódica, profusa y profundamente investigué en diferentes aplicaciones de ligoteo al uso. Y, ya puestos, os adelanto que me enamoré, y mucho.

Y todo eso que aquí anuncio, versionado, y  si hay suerte, os lo cuento antes de que acabe este mes.

Continuará…    

 

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31 comentarios

Mariona 23/01/2022 - 22:10

Qué bonito, Carmen, me ha encantado todo, con qué delicadeza explicas esos momentos tan duros que te ha traido este año, me han encantado tus amores y tus desamores, las alegrías y las tristezas… y estoy impaciente por leer la continuación!

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 01:05

Pues sí, Mariona, ¡vaya año!. También me enseñó mucho. Es lo bueno que tiene siempre la vida. Enseñar, enseña, el precio de la enseñanza, ya es otra cosa. Gracias por comentar y por hacerlo aquí.

Reply
Francisco Hernández Vallejo 23/01/2022 - 22:48

Magnifica prosa Carmencita; preñada de sensaciones, picardía, pasión y vitalidad. El amor; hay el amor; cuantos gustos y disgustos, cuantas incertidumbres e impaciencias. Pero siempre se añora la sensación de haberlo sentido en plenitud . A sangre y fuego como decimos coloquialmente. Un gran abrazo.

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 01:03

A sangre y fuego quiero sentir y vivir yo. Haciendo zumo de la vida, consciente de que esta es un regalo y que la juego en tiempo de descuento. O casi.
Y quiero vivir sin el maldito escepticismo que nos va regalando la edad.
Gracias por comentar aquí. Paco. Nos vemos pronto y brindaremos, Como Redford y Streep, en Memorias de África: «por la cándida adolescencia»

Reply
Clara 23/01/2022 - 23:40

La vida misma, Carmen, pero contada en tu versión excelente!! Qué delicadeza y buena narración!! Desde ahora mismo, seré tu fan!! Deseando seguir leyéndote y ver cómo va ese amorío????????????
Un abrazo enorme ????????

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 01:00

Pues sí, Clara: la misma vida. El amorío…pues, ya verás, ya.Gracias por comentar squí.

Reply
María Albo 23/01/2022 - 23:44

Pero que linda y que grande eres.

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 00:49

Hola, María:

Tú eres de casa. Mil gracias por comentar y por hacerlo aquí, además…

Reply
Patricia 24/01/2022 - 10:14

No me puedes gustar más, Carmen!. Y no, no soy tu abuela, jajaja.
Llevo un año leyéndote y creo, mejor dicho, afirmó, que escribes francamente bien. Eres igual de capaz de provocar una sonrisa, y otras muchas carcajadas, a hacer que rueden lágrimas saladas por mi cara. Y de verdad que eso no es fácil.
Me alegro de que hayas descubierto a mi paisano Landero y su capacidad para calentar el alma, transportándote a sabores, olores y colores de la infancia. También me recuerda a Delibes, cada uno con su estilo, claro.
Espero impaciente la continuación prometida. Te mando un abrazo mientras tanto.

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 11:31

Mira, Patricia, que una abuela admite muchas reencarnaciones…Gracias por tus piropazos y por dejármelos hilvanados aquí. Haré lo posible por terminar pronto el repaso del año. Un abrazo.

Reply
Amparo 24/01/2022 - 11:00

Me ha emocionado tu relato y no es la primera vez que me pasa leyéndote. He llorado al ver la foto de la Plaza del Grano, plaza de mi infancia, cada día más añorada. Yo sí que estoy en tiempo de descuento o así me siento y estoy necesitando volver a casa.
Gracias por compartir. Un saludo

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 11:39

Gracias a ti por darlas, Amparo, que tienes un nombre precioso. Un abrazo enorme y gracias por comentar aquí. En breve segunda parte.

Reply
María 24/01/2022 - 11:20

Disfruto mucho leyendo tus escritos. Lo haces muy bien y llegas al corazón en la distancia.
Espero con ilusión leer la continuación y te deseo todo lo mejor. FELIZ VIDA

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 11:40

¡Feliz Vida!, no me puede gustar más, María. Gracias por dejar tu comentario aquí… En breve, segunda parte

Reply
Carmen Fernández 24/01/2022 - 12:54

Me encantó cómo lo has relatado,con una gran sensibilidad y emotividad!!!!

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 19:23

Gracias mil, Tocaya. Un abrazo.

Reply
Ana 24/01/2022 - 14:17

Da gusto leerte Carmen que hasta de lo más duro sacas una una lección positiva. Me emociona. Eres muy grande y estoy deseando continuar la historia.

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 19:23

No tiene mérito ninguno, Ana. Vine así ya de serie. Gracias por comentar. Prometo no defraudar y cumplir los plazos…o casi.

Reply
berta 24/01/2022 - 16:04

yo voy a comentar poco, solo decirte querida Carmen, que de un corazón grande como es el tuyo, solo pueden salir palabras escritas con tanto amor, orgullosa de ti,

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 19:22

¡Ay!, tía Berta que suerte tengo de ser de tu familia…

Reply
María José 24/01/2022 - 16:04

Desde que te “descubrí” espero tus relatos con una paciencia inusual en mi, pero sabiendo que esa espera traerá relatos maravillosos que hacen estremecer el alma. Esperando el final de la historia , de tus amores y desamores ,y de esas ganas de luchar por la vida . Te mando un enorme abrazo.

Reply
Carmen Albo 24/01/2022 - 18:56

Pues no sabes lo que agradezco tu paciencia, María José. Porque mira que me hago esperar…Gracias por comentar aquí, además.

Reply
Lillian Vecchiarelli 24/01/2022 - 20:57

Maravillosa Carmen, gracias por el regalo de prosa, impecable y embrujadora, con la nos compartes tu corazón tan español, picaresco y noble.
A la espera de la próxima, Sherezada (o como se escriba) Un abrazo desde Texas.

Reply
Carmen Albo 25/01/2022 - 17:23

Lillian, tú si que, desde muy, muy lejos me sigues desde el principio de este blog. Tengo que darte yo las gracias a ti . Un abrazo desde Galicia y desde Vigo

Reply
Marisa Muñoz 25/01/2022 - 16:21

Qué bien escribes, dan ganas de leer corriendo a ver 1ue pasará después. No tardes en escribir de julio a diciembre, que por tus posts ha sido más agradable

Reply
Carmen Albo 25/01/2022 - 17:21

Marisa, ¡vaya piropazo! No, en unos días saldrá la segunda parte y colveré a intentar escribir algo más. Lo prometo.

Reply
Diane García-Limia 25/01/2022 - 16:55

Carmencita, »Tienes un don muy especial! Sacas algo bueno de lo malo, una risa de un momento de pena y sobretodo, el amor de donde vayas pasando.
Suerte la mía, tenerte de Amiga por los últimos 25 años! XO

Reply
Carmen Albo 25/01/2022 - 17:19

Y yo, Diana, casualmente tengo la misma suerte que tú. Benditos amigos de verdad. Lo de la sonrisa, vino ya de serie. No es mérito mío. Gracias por comentar.

Reply
Rosana 25/01/2022 - 22:14

Acabo de descubrirte. Qué bonito lo cuentas.

Reply
Carmen Albo 03/02/2022 - 16:15

Muchas gracias, Rosana, se me quedó perdido tu comentario perdido y sin contestar. Ya tienes la continuación publicada…

Reply
UN AÑO PARA OLVIDAR Y PARA RECORDAR II - Guisándome La Vida 02/02/2022 - 20:55

[…] si la hubieseis  olvidado y por si la quisieseis recordar, os dejo aquí  el  link a la I […]

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